martes, 12 de agosto de 2014

Desde la historia

Un niño es una persona quien no comprende la vida, y ni tiene ganas de cambiarla. El juego es la vida. 
Un joven es alguien quien no comprende la vida, pero quiere cambiarla. Ama la fuerza de los sentidos, y del conocer y del hacer. Piensa y siente. 
Pero el joven, cuando madura más se entiende menos, y puede comprender como funciona el mundo, pero a coste de dejar de comprenderse a él y lo que siente. Ya es el adulto cuando finalmente comprende la vida, pero ya no quiere cambiarla. 
Con el tiempo y los años se reconcilia (...) es el anciano quien comprende la vida y quien quiere cambiarla, pero ya no tiene fuerzas, salvo mirar al horizonte. 
Y por eso es que los ancianos o nos instruyen, o se desquician: el peso de su conocimiento es tan aberrante, que si no pasa a los hombros de otros, se derrumba en si mismo. 
Y es por eso que, tenemos que aprender de los mayores, pero sin dejar que el peso de su historia los derrumbre a ellos, o nos derrumbe a nosotros mismos.