"Un antiguo sacramento, obligaba a sus adeptos a no mover un dedo si su deseo no se manifestaba en aquel movimiento. Ellos podían comer, dormir, y vivir, pero no en la medida no fuesen los instintos y pulsiones los que dieran sentido y fin a cada gesto. Así, cada de sus acciones, rebosaban en deseo, pues compartían y transmitían sentido, en cada uno de movimiento que realizaban... Y lo llamaban "felicidad".
(...) Eran los auténticos hedonistas, amaban la vida porque a cada instante de ella, encontraban un brillo de sus mundos; amaban y cuidaban la vida, pues comprendían el sacramento del sentir, palpitaban paso a paso, gesto a gesto, el constante juego de fusión, de la realidad, con su piel"
