lunes, 12 de octubre de 2009

Extracto de: "Las conversaciones liberadoras en la biología cultural", Humberto Maturana y Ximena Dávila.

El tema central de las consultas que buscan ayuda en el ámbito del vivir relacional es la negación del ser a que nuestra cultura patriarcal-matriarcal somete a todos sus miembros

-Se necesita- una base amorosa que puede abrir la posibilidad de crecer en la confianza de un amar que resiste cualquier transacción o traición. Y, por ello, será en este espacio psíquico que nos transformaremos en persona-adulta y será desde este fundamento que surja este quehacer liberador.

1.-(...)Sabemos que un ser humano emerge como una persona adulta cuando en su conducta cotidiana surge espontáneamente como un ser autónomo y ético, capaz de colaborar desde el respeto por sí mismo y por los otros, pues no tiene miedo a desaparecer en la colaboración. Y sabemos que es la convivencia en la aceptación de la cercanía e intimidad corporal en total confianza y ternura que ocurren en la relación amorosa materno infantil y en el juego, lo que constituye el ámbito relacional natural que genera en el curso del crecimiento de los niños su transformación espontánea en personas autónomas, responsables y éticas, que no sienten miedo a desaparecer al colaborar con otros en la co-creación de un mundo válido y acogedor para todos los seres humanos, en particular, y todos seres vivos, en general.

2.-(...)También sabemos que la tragedia de las adicciones, de la criminalidad, y de la falta de sentido social, que surge con tanto dolor en nuestro vivir cultural actual, proviene de que nos hemos vuelto ciegos a cuatro aspectos básicos de nuestro vivir que son: uno, que el vivir humano emerge como todo vivir de un modo inconsciente desde un fondo operacional inconsciente, aun cuando en nosotros participen en su generación y evocación nuestro pensar y reflexionar racional; dos, que lo que en la vida cotidiana llamamos valores, son abstracciones de nuestro operar como seres amorosos; tres, que como seres amorosos nos enfermamos si negamos la biología del amar; y cuatro, que lo central o más básico de la formación del vivir humano en general, y del vivir humano adulto en particular, se constituye en el fluir relacional inconsciente del convivir materno infantil.